
Por Alfredo
Freites
alfredofreitesc@gmail.com
Trump ganará
en Estados Unidos
Algo bueno de
la democracia es que se vacuna a sí misma. Cuando lo que va en contra de ella
asoma fortaleza se quita la careta de imparcialidad y actúa. Toma partido por
drástica que sea la medida. Antes que nada hay que entender que la democracia
es la alta lucha de los intereses. No nos equivoquemos.
En política
no hay enemigos ni aliados sino compañeros de ruta. Además los opuestos tienden
a coincidir si los intereses de sus ríos confluyen. En la jungla de Washington
se está viendo que WikiLeaks y el FBI se dan la mano para bajarle los humos a
Hillary Clinton, mientras que los medios de comunicación y republicanos hacen
una campaña de miedo contra Donald
Trump.
En la lucha presidencial de los
Estados Unidos se ha montado un tinglado de todos los medios contra Trump y
esto porque el candidato empresario hizo su tarea para investigar y asumir la
visión del público norteamericano.
Esa es su fortaleza. Es ingenuo pensar que
este ciudadano llegó hasta donde está empujado por el viento. No. Para nada.
Fue escogido porque su óptica encaja. Es el personaje para el papel.
Trump es
bocaza como lo fuera Barry Goldwater, quien no tenía tapujo en su republicano
discurso. Fue candidato presidencial de ideas conservadoras, perdió frente al
demócrata Lyndon Johnson, quien era sustentado tras bambalinas por Edgar
Hoover. En esos tiempos el FBI se aliaba con la mafia para atajar a los
Kennedy.
Trump y
Clinton son las dos caras de la misma moneda. Aliados cuyas rutas se bifurcan.
Ambos tienen una turbia hoja de servicios. Pero no hay trigo limpio en el
granero político. Todo es cuestión de poder guardar bien lejos los trapos
sucios.
Es difícil
creer que una mujer, la esposa de un expresidente, pueda llegar al solio.
También que haya tres victorias consecutivas de los demócratas. Los que hacen
negocios con la política opuesto al clan Clinton-Obama no soportan más tiempo fuera.
En la lucha política hay que dejar de lado
las simpatías. La realidad es tozuda. Trump ha dicho cosas que están más allá
de la prudencia, se abre frentes por doquier, pero su popularidad sigue firme.
Sus electores están cansados de tanto liberalismo. Los de arriba conectaron
esas voces mudas con un candidato que
las hace discurso político funcional. Veo a Trump como el ganador sin fraude.
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